De "Tres Segundos de Memoria" de Diego Ameixeiras (II): Encuentros casuales
Encuentros casuales
Siempre ocurre lo mismo y nunca medimos las consecuencias de las casualidades. Esta tarde, cuando bajé a la farmacia para comprar una caja de nolotil -sufro por las muelas del juicio-, me encontré con mi ex-novia, Alba, y creo que no fue a propósito. Como ocurre desde que me dejó por un soberano imbécil, a medida que dejamos de coincidir sin hostilidades, nuestras conversaciones van soltando lastre conceptual a pasos agigantados.
-¿Qué tal estás?
-Tirando -respondo. ¿Y tú?
-Normal.
-Eso siempre pasa -matizo.
-Ya nos veremos, ¿no?
-Si eso llámame un día -sugiero.
-No, mejor tú, que ahora voy a danza del vientre y no tengo mucho tiempo.
-Vale.
Y liquidamos la conversación.
La óptica de la ruptura tiene muchos ángulos, pero a mí siempre me toca el contrapicado. Desde que "nos dejamos" -Alba siempre emplea un hiriente plural cuando habla del tema, pero debo advertir que fue una decisión unilateral, nocturna y que a mí me pareció irreflexiva-, mi ex transita por los caminos de la felicidad y "se siente mucho más mujer". Eso no lo digo yo, sino el baboso bajista con el que se deja ver en los lugares de moda. Si tuviera que poner un ejemplo de lo que considero la máxima escenificación de la maldad, sería la visión nebulosa que tuve un día de Manu Toxic Machine -así se hace llamar ese alacrán- introduciendo sus pezuñas mugrosas por debajo de una camiseta de Sr. Chinarro que le regalé a Alba.
-No desesperes, colega -me dijera aquella noche Mario-. Piensa en mates de Sabonis y en los besos que se daban Isiah Thomas y Magic Johnson antes de empezar los partidos.
-¿Por qué es todo tan complicado?
-Eso no lo sabremos nunca.
Hubo un tiempo en que hubiera dado un brazo por volver con ella, pero ahora pienso que sólo me traería problemas y serios desajustes cerebrales. Alba es una chica muy especial, necesita que te comportes como un príncipe todos los días y si bajas la guardia comentando fichajes con jubilados, amenaza con regresar a los brazos de un batería muy inestable que está enamorado de ella desde antes de la caída del Muro de Berlín. Me comentan amigos comunes que el fulano bebe los vientos por la homeopatía y los manuales de crecimiento personal, aunque otros aseguran haberlo visto recitándole páginas enteras de La decadencia de Occidente a varios semáforos.
Antes, cuando mi ex-novia aparecía doblando una esquina, regresaba a casa triste y derrotado. Ahora, simplemente regreso y dejo los pensamientos autodestructivos para los proemios de la vigilia. Si fuera poeta, diría que "en los peores silencios de la noche sigo escuchando su risa emanando de mi colchón necesitado", pero como lo único que escucho últimamente es el ruido de la cisterna, para sentirme bien concluyo que Alba está engordando como una vaca.
Esto que lees es una traducción cutre salchichera perpetrada por mí de un capítulo de Tres Segundos de Memoria, de Diego Ameixeiras. El original en gallego es mejor y puedes (debes) comprarlo aquí . Si no puedes/ quieres leerlo en gallego, puedes esperar a que saquen una traducción como Dios manda. Como de momento que yo sepa no hay ninguna, tendrás que fastidiarte y tirar con esta, que para hacerse una idea vale. Si quieres utilizar esta traducción, pos fale, pero menciona su procedencia porque el "copirais" y esas cosas son de Diego.
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